Sunday, May 11, 2008

Katherine Auspont: “Tener un sitio web me ha permitido vender más allá de María Pinto”

img_4390.jpgA los 34 años, casada con Daniel Arraño y tres hijos, Katherine Auspont es una microempresaria de tomo y lomo. Entusiasta, alegre, perseverante y empeñosa, son los mejores calificativos que describen su personalidad. Comenzó el negocio de la producción de zapatillas chicle a los 28 años, en María Pinto, donde reside. En un comienzo asumió sola el desafío, porque en aquel entonces su marido -quien trabajaba de temporero en la zona- no confiaba del todo en el proyecto. Pero el espíritu emprendedor de Katherine la llevó a seguir su instinto. Y éste no le falló.

Partió con un pequeño capital, creó su nombre de fantasía “D&K Creaciones”, pero como todo emprendimiento, el inicio no fue fácil; los pedidos llegaban al goteo, no era muy conocida en el sector, pero la puntualidad en la entrega y, sobre todo, la calidad de sus productos, fueron poco a poco dejando huellas en el entorno y el boca a boca comenzó a funcionar. Los requerimientos iban creciendo día a día hasta que el año 2006, Daniel decidió apoyarla porque sola no daba abasto. “Partimos de a poco. Vendíamos en promedio 80 mil pesos mensuales, con mucho esfuerzo y trabajo; pocas horas de sueño, pero hay que trabajar no más, para cumplir con los clientes”.

La importancia de un sitio web

dsc_6630.jpg Transcurridos varios años, la rueda del negocio ya estaba andando, pero no a la velocidad que Katherine esperaba. Supo de la existencia de la Fundación Web, a través de la Municipalidad de María Pinto, y se atrevió a conocer los beneficios que ofrecía esta institución sin fines de lucro para los pequeños emprendedores. Claro que la posibilidad de contar con su propio sitio web que le permitiera mostrar y promocionar su trabajo, en una primera etapa lo veía inalcanzable. “Sólo sabía de este medio por lo que uno escucha, que hoy es necesario para todo lo que uno haga, trámites, negocios, pero nunca imaginé la magnitud que podía significar estar uno en internet”. Sin pensarlo más, se arriesgó, se involucró en este desafío, depositó su confianza en la Fundación, y en enero de 2007, Katherine tenía su propia página web.

En unos meses, sus ventas aumentaron considerablemente, e incluso tuvo que contratar personal para satisfacer la demanda. El tiempo le fue mostrando un mundo que le abría una ventana y le permitía comunicarse con otros potenciales clientes, a un bajo costo, y sin la necesidad de tener un computador en su casa. “Tener mi correo electrónico me cambió la vida. La gente visita mi página, y hacen sus pedidos por internet. Como no tenemos computador, lo que hacemos con Daniel es visitar internet dos veces por semana cuando vamos al pueblo, a Melipilla o a Santiago. Y si no podemos, mi hermana, que tiene internet, ve nuestra página, y yo le dicto la respuesta para los clientes”.

Actualmente la pequeña empresa percibe ingresos mensuales que a veces se cuadriplican en temporada alta, es decir, entre julio y agosto. “Hemos tenido logros que nunca pensé. Jamás imaginé que en septiembre iba a vender entre 200 y 250 mil pesos diarios en polainas y zapatillas chicle. Dormíamos dos horas, porque la temporada lo exigía”.

Confianza y fe son dos palabras claves para avanzar en la vida y cumplir los desafíos que se van presentando en el camino, reflexiona Katherine. “Siento que soy un engranaje porque damos trabajo a otras personas, a los proveedores que nos entregan la materia prima para seguir fabricando, y también a nuestros compradores, porque ellos revenden, y tienen un margen de ganancia con nuestra producción”.

Zapatillas Chicle se expande a regiones

dsc_6645.jpg Recuerda que una señora de Calama, en la Segunda Región, conoció su trabajo a través de la página web. Ese día, cuando Katherine recibió la solicitud de una cotización por una docena de zapatillas de distintos colores y números, no sabía qué hacer al respecto, porque en ese momento estaba sobrecargada de trabajo. “Independiente de que estábamos saturados, sabíamos que si nos negábamos, se correría la voz, y sería una mala imagen para nosotros”. Y se embarcaron en el nuevo reto, que era expandirse a regiones. Destaca que el respaldo de la Fundación Web, es de gran ayuda porque brinda confianza a quienes visitan la página. “La gente que mira el sitio de la Fundación, donde aparecemos nosotros, nos ven como empresarios serios. Eso es una garantía para nosotros porque nos respalda, y nos da más seguridad para enviar los productos a regiones”.

Katherine ya tiene clientes, además de María Pinto, Melipilla y Santiago, de Chillán, Calama, Antofagasta, Temuco, Valdivia y La Ligua. La oferta aumentó y por tanto el negocio creció y se diversificó, incorporando nuevos productos como loncheras, mochilas, cosmetiqueros y estuches. Debido al éxito de las ventas y lo promisorio del negocio, Daniel dejó hace un tiempo su trabajo de temporero para dedicarse en forma permanente a esta actividad. “Mi familia está ahora muy involucrada, mi marido y mis tres hijos. Estos son años de darle el palo al gato”, recalca Katherine.…y años de perseverancia, emprendimiento, voluntad, confianza y fe en conseguir lo que uno se propone en la vida, “porque cuando se quiere, se puede, y pensar en grande es ser grande en la vida”, reflexiona esta pequeña empresaria, que comenzó con un capital de 30 mil pesos que actualmente asciende a 500 mil pesos, gracias a una ecuación que le abrió las puertas al mundo: el apoyo de la Fundación Web, su propio emprendimiento y su familia.

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